En pleno corazón de la Universidad de los Andes, en Bogotá, se encuentra un pequeño local en el cual una pareja de bogotanos han depositado sus ahorros, esfuerzo y tiempo para sacar adelante un concepto donde unas masas hojaldradas se han convertido poco a poco en el plato sensación para los universitarios de la zona. Con tan solo 29 y 25 años, Lina Medina y Felipe Toledo construyen día a día un proyecto de vida basado en un producto sencillo pero muy atractivo al cual han denominado como “Esta es la historia de Papalote-Fusion Food.”, y que hoy exponen de manera orgullosa en esta sección dedicada a resaltar el talento joven de la gastronomía colombiana.
La pasión por la gastronomía ha llevado a que Lina Medina y Felipe Toledo, además de ser esposos, conformen una dupla con mucho talento en la cocina.
Revista Pan Caliente: ¿De dónde nace Papalote?
Lina Medina: La idea comenzó a gestarse 4 años atrás, momento en el cual tanto Felipe como yo nos quedamos sin trabajo. Ante esto, publiqué un anuncio en Facebook pidiendo una oportunidad en cualquier sector. Un amigo vio la publicación y me dijo: “te tengo dos opciones; ventas en una cadena multinivel o meseros en el restaurante de mi esposa”. Sin pensarlo decidimos trabajar en el restaurante. Allí nos dimos cuenta que Felipe era más tímido por lo que prefirió ir y aprender cosas en cocina mientras yo atendía la clientela. Realmente ese fue el inicio de nuestro proyecto a futuro de tener nuestro propio negocio.
Pero, mientras trabajaban ¿estudiaban gastronomía o algo relacionado?
Felipe Toledo: No. El conocimiento fue 100% empírico. Eso sí, en mi caso, tan pronto entré a la cocina supe que la gastronomía era una pasión. Lo mejor eran los comentarios que los clientes le hacían a Lina “el plato quedó muy rico”, “volveremos para probar más”. De allí extrajimos además de conocimiento, mucha inspiración en comida fusión.
¿Cuánto tiempo duraron allí y qué siguió para ustedes en su camino de emprendimiento?
En La Lunería duramos un año y medio, para luego irnos a trabajar, bajo una mejor oferta, a un autoservicio de comida tradicional. Estando allí, Felipe conoció a una cocinera que lo llevó a trabajar en el Hotel Tequendama. Allí duró casi 3 años, pasando por todos los puestos e incluso llegando a conformar parte del equipo de la cocina VIP. Después lo mandaron como jefe de cocina al Ministerio de Defensa, a la Fiscalía General, entre otros. Mientras tanto, yo trabajaba como diseñadora de interiores (carrera que estudié), asesorando obras grandes y pequeñas a nivel de acabados arquitectónicos.
Viendo que Lina cogió otro rumbo, ¿cómo fue su retorno al mundo gastronómico?
A pesar que yo trabajaba en el mundo del diseño, los fines de semana invitábamos a la familia y a los amigos a nuestro apartamento para que probaran cosas que nos inventábamos. Felipe aprendió mucho de su paso por el Tequendama y yo, por cosas de la vida, me quedé sin trabajo. Entre los dos, montamos un primer negocio; una hamburguesería en sociedad con otras personas. Sin embargo, la sociedad no funcionó y decidimos vender las recetas y nuestra participación accionaria. A partir de allí comenzó la recta final para consolidar lo que es hoy en día Papalote.
¿Y cómo fue eso?
A pesar que yo trabajaba en el mundo del diseño, los fines de semana invitábamos a la familia y a los amigos a nuestro apartamento para que probaran cosas que nos inventábamos. Felipe aprendió mucho de su paso por el Tequendama y yo, por cosas de la vida, me quedé sin trabajo. Entre los dos, montamos un primer negocio; una hamburguesería en sociedad con otras personas. Sin embargo, la sociedad no funcionó y decidimos vender las recetas y nuestra participación accionaria. A partir de allí comenzó la recta final para consolidar lo que es hoy en día Papalote.
¿Cuál creen que es la clave del éxito en un negocio como el suyo?
Si queremos que nos vaya bien, lo mejor es desearles a todos los que estamos en la misma plazoleta de comidas lo mismo. Nuestra receta se basa en el amor con el que hacemos las cosas. También la composición y el sabor de un plato: le apostamos a un 50% de presentación y el otro 50% al gusto.
Los papalotes son una masa de harina de trigo, rellenas de: camarones mango queso; champiñón, espinaca queso. También los hay con nutella, fresa, queso o arequipe y queso.