Por: Comunicación Digital Levapan.
Se trata de Café Lavé, un
modelo de negocio que nació gracias a la unión de dos empresas que a primera vista no tienen mucho que ver pero que hoy por hoy son los artífices de una novedosa y peculiar oferta “
lavastronómica”.
Rompiendo esquemas
Una tarde, los dueños de
Les amis, una
bizcochería al norte de Bogotá, se sentaron a hablar con dos viejos amigos, quienes además de ser vecinos de local, eran los propietarios de
Classic, una reconocida cadena de lavanderías con más de 6 sedes distribuidas tanto en la capital como en el municipio de Chía (Cundinamarca) y la ciudad de Cali.
Hasta aquí, todo parecía normal; una sesión de tertulia como muchas otras para hablar de
cultura, tal vez
arte,
economía o simplemente pasar el tiempo. No obstante, aquella vez la dinámica de conversación se orientó hacia algo diferente; una idea muy popular en Europa pero lo suficientemente convincente para que los responsables de Classic tomaran la decisión de buscar un socio estratégico en el
campo gastronómico y les permitiera desarrollar y ejecutar un concepto novedoso en el país: una lavandería- café.
A partir de ese momento, la idea evolucionó y cientos de interrogantes no dejaron de aparecer:
¿cómo hacerlo?,
¿qué tan separadas deben estar las áreas entre sí? o
¿qué tipo de oferta ofrecerá el lugar? Cierto o no, de la incertidumbre y los temores, en ciertas ocasiones, brotan las mejores ideas de los seres humanos. Fue así como inició la construcción de un modelo orientado a que la gente salga de sus casas y se dé la oportunidad, además de
ahorrar dinero en agua,
luz,
gas y
detergentes, de entablar una buena conversación alrededor de un café.
“La idea se centra en que a través de
la comida podamos generar un espacio que, además de ser funcional (
lavar ropa) propicie encuentros. La gente, hoy en día, evita las labores del hogar y más aún cuando la tecnología ha hecho que nos aislemos de ese sentimiento de socializar o de caminar por las calles de tu barrio.
¿Qué mejor que salir, leer un libro, conocer a alguien y tomarse un café?”, introduce Julia Sosnitsky, una de las gestoras del proyecto.
¿Por qué Chapinero?
Habiendo tantos lugares comerciales en Bogotá, muchas personas se preguntarán
¿por qué un concepto de estos abrió en una zona caracterizada por la presencia de estudiantes y extranjeros y no en un lugar más empresarial, o tal vez más residencial?
“Nos pareció que es una zona heterogénea en donde convive tanto el perfil del estudiante (que de pronto entre sus prioridades no tiene la detener una máquina de lavado y/o secado en su casa), como el de la gente que vive en un apartamento pequeño y que no tiene una zona grande de lavandería. Así mismo están los extranjeros; personas que están de paso en hostales de la zona y que necesitan lavar sus pertenencias. También tenemos un público que solo quiere venir a charlar con un amigo, a comer algo, y que tienen sus oficinas cerca”, argumenta Sosnitsky.
Y es que en
Café Lavé, además de encontrar productos ecológicos para el lavado de las prendas y las máquinas de última generación, los visitantes podrán saciar sus antojos con empanadas argentinas (de carne, cuatro quesos, tomate asado, pollo), tartas pequeñas de sal (queso con champiñones, espinaca y jamón), galletas, alfajores, tartas dulces, pellizcos de leche con chocolate, y el producto estrella: medialunas argentinas.
Justamente, una de las premisas fundamentales del negocio es la de tener productos hecho el mismo día. La ruta parte de la planta de producción de
Les amis y llega a primera hora a las vitrinas de
Café Lavé. En la tarde, sucede algo similar pero esta vez para recogerlo que no se vendió, ser llevado de vuelta a la planta y darlos de baja: “
siempre nos ha caracterizado una oferta fresca, hecha día a día bajo los más altos estándares de calidad”, asegura Julia.
En
Café Lavé no se produce ningún
comestible puesto que la volatilidad de
las lavadoras y de
los productos de aseo puede producir motas o partículas de jabón, que a pesar de ser biodegradables, pueden alterar la composición de un alimento.
Por ello optan por el reparto diario que garantice un producto de gran sabor.
Y los precios oscilan entre los $15.000 y $29.000 dependiendo de la carga y de si incluye ciclos de secado. Además el detergente está incluido. En
Café Lavé están próximos a inaugurar un servicio en el cual se despachará
la ropa limpia y seca a domicilio (ojo: no se recoge ropa para llevar al lugar puesto que la idea es que usted amigo lector salga de su casa y departa con otros mientras espera que su ropa salga limpia).
Por ahora,
estos emprendedores colombianos trabajan arduamente para posicionar y llevar a más lugares de Bogotá una propuesta, que sin duda alguna, está despertando curiosidad y creando una nueva cultura entorno a una actividad elemental, y que según palabras de una de sus socias, “
En Café Lavé, le estamos cambiando la cara al lavado”.